Hace algunos meses, un poco más de dos para ser exacta, comencé mi proceso de escritura en este blog sobre la experiencia de acompañar el cáncer de mamá(a).
Comencé sin tener muy claro que esperaba de esta experiencia. El objetivo, encontrar un poco de tranquilidad al poder acomodar las vivencias que esta experiencia ha significado en mi vida.
Al escribir se fueron acomodando, como al hacer un inventario, mis ideas, mis sentimientos y emociones. Cada cosa fue encontrando su lugar.
Para quienes no me conocen, les cuento que trabajo como terapeuta, tengo un espacio desde el que tengo la fortuna de acompañar a personas en sus procesos de vida, de muerte, de cambio, etc.
Mi trabajo está teñido por distintas premisas teóricas, en especial las que tienen que ver con la naturaleza creadora del lenguaje. Aquellas que postulan que la realidad, el mundo en que vivimos, las relaciones en las que participamos, tanto con las y los demás como con nosotras/os mismas/os, todo está construido mediante las palabras con las que lo nombramos. Es decir, al hablar creamos al mundo y nuestras relaciones. Lo nombramos y entonces existe. Con la escritura pasa lo mismo. Si lo escribo, lo nombro, existe.
Por otro lado, otro de los tintes de mi trabajo, y también de la manera en la que concibo la vida, porque mi trabajo y mi vida se sustentan en los mismos pilares, tiene que ver con la idea de que nos construimos en colectivo. Gracias a que hay otras personas que saben lo que nombro, que participan de las enunciaciones de las que soy sujeta, que reconocen esas historias que creo y me crean, gracias a esa audiencia, estoy, estamos.
Ambos ingredientes se vieron involucrados en este blog. Yo ranándome y narrando mis experiencias, construyendo mi realidad, acomodándola y ustedes leyéndome, siendo testigas/os y convalidando este mi mundo.
En mis espacios de trabajo suelo sugerir a la gente que escriba. Hasta antes de ahora “sabía” teóricamente los alcances de esta práctica y como puede tener efectos gratificantes y tranquilizantes en quien la abraza.
Ahora «se» de otra manera. Este proceso de ordenarme, de darle volumen a mi voz y compartirme con ustedes, me ha brindado la posibilidad de acomodar lo que siento-pienso, pero sobre todo me ha permitido ir creando realidades sobre este acompañar el cáncer de mamá(a). Reconocer el miedo y darle un lugarcito ha permitido que mi relación con el miedo tome otro matiz, incluirlo como parte de mi vida y eso ha hecho que el miedo se relacione de otra manera conmigo al relacionarme de otra manera con él. Lo mismo con el enojo, la enfermedad, la salud, la vida, no solo con lo qué pasa dentro de mí si no con lo que me rodea. Escribir ha tenido un enorme efecto terapéutico.
Gracias por acompañarme y leerme siendo testigas/os de este mundo que se va creando mientras escribo.
Leyéndote, hija querida, convalidándote, me convalido, pero mi sentir se hace multidimensional, y paradojalmente, ciertos sentires me agobian menos.
Desde que escribes en este blog, conocer de otro modo tu vivencia ha cambiado la mía; la de tener cáncer en cuerpo propio.
Me evocó mi verso preferido, de Octavio Paz… “…Para ser Yo, he de ser Otro,
Salir de mí, buscarme entre los otros
Los Otros, que no son si yo no existo,
Los Otros, que me dan plena existencial
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