Pues aquí estoy de nuevo, haciendo maromas para que haga sentido escribir lo que siento con el objetivo de esta página, de este blog. Y al final, como es mi blog, siendo un poco autoritaria, pues puedo escribir lo que quiera. Pero trataré de hacer un esfuerzo por encontrar la relación entre mis palabras de hoy y el cáncer de mamá(a).
Si lo pienso rápido, la relación que existe, es que en los últimos años, el cáncer en cuerpo ajeno ha estado siempre presente. De alguna manera, como dice mi madre, he encontrado un lugar en el que lo he acomodado, desde el que acompaña mi vida. Así que ahí está la justificación de este escrito, jaja, lo que sea que escriba, es desde la experiencia del cáncer en cuerpo ajeno, aunque esta entrada no trate centralmente de él o de la experiencia directa con él. Hoy quiero hablarles de algo que he estado pensando, que he estado llamando la soledad de compartir lo cotidiano.
Si hago memoria, y viajo hacia atrás en mi vida, ésta no es la primera vez que siento la soledad en lo cotidiano. Debo confesar que hacer este recuento de entrada ya trae paz, saber que he estado ahí antes y he logrado salir de ahí.
No se si a ustedes les ha pasado, sentir esa soledad en lo cotidiano, me explico un poco más. La soledad en lo cotidiano es como un hueco que se siente en ese espacio a la derecha del corazón y justo arriba de la boca del estómago, sube hacia la garganta y se aloja ahí, a veces lanza unos pequeños tentáculos que suben hasta los ojos. Ahora lo veo como un pequeño pulpo, alojado en el centro de mi pecho, haciéndose presente con una sensación de opresión a veces fría y a veces cálida, y desde ahí, lanza sus tentáculos hacia el corazón, el estómago, la garganta y los ojos. Así se siente, ¿la han sentido alguna vez? Pero, ¿qué la origina?
Ese pulpo solitario se alimenta justo de la experiencia de sentir que no hay nadie con quien compartir lo cotidiano. Y ¿cómo se comparte lo cotidiano? Lo cotidiano es aquello simple y trivial que sucede en la vida, van algunos ejemplos:
Es que un colibrí intente entrar por la ventana.
Es que Vicente (el gato que vive conmigo) intente alcanzar el agua dentro de la jarra en la mesa del comedor.
Es que la serie que estás viendo te arranque una lágrima con la muerte de un personaje.
Es que la basura orgánica vaya ahora sin bolsa.
Esas cosas cotidianas, que pasan todos los días, todo el tiempo, y que no compartimos con nadie, más que con quien compartimos lo cotidiano. Y cuando no hay con quien compartir todo eso, ahí es cuando se siente la soledad en lo cotidiano. Ahí es cuando el pulpo comienza a aparecer y se instala en su sitio. Mientras escribo, descubro que algunos de sus tentáculos se extienden a mi cerebro también, toca y roza mis pensamientos.
¿A qué atribuyo la nueva visita del lindo pulpo de la soledad en lo cotidiano? Entiendo que la cuarentena no le abrió la puerta, pero sin duda le acomodó la sala para que se sintiera cómodo. El confinamiento, la distancia física, la separación, todo junto generó las condiciones perfectas para que se instalara. Y es que así paso los días, llena de momentos cotidianos y sin nadie con quien compartirlos. Así estamos el pulpo y yo.
Empecé diciendo que he sentido esto antes y que eso da paz, por lo menos da la certeza de que dejaré de sentirme así. Hoy en parte entiendo que es algo que se irá acomodando, que de alguna forma es el producto de algunas de mis decisiones, vamos, que la cuarentena solo vino a darle un toque dramático, pero esto comenzó con mi decisión de empezar una nueva etapa de mi vida, viviendo sola conmigo en lo cotidiano. Sin duda no contaba con el Covid, la cuarentena y el aislamiento que traería, error de cálculo, jaja. Pero sí quería la experiencia de vivir sola, de aprender a estar así, conmigo en lo cotidiano.
Hoy siento al pulpo y sus tentáculos oprimiendo mi corazón, mi estómago, mi garganta, mis ojos y mis ideas, hoy el pecho es pesado, hoy no encuentro cómo acomodar esta soledad, pero también hoy, se que a diferencia de esas otras veces en las que me sentía sola en lo cotidiano, hoy ha sido decisión mía, hoy se que he decidido recorrer este camino, y eso hace toda la diferencia. Hoy he decidido compartir lo cotidiano conmigo y lo profundo de mi alma con ustedes.