La primera vez que mi mamá se enfrentó al cáncer contaba con un seguro de gastos médicos mayores, afortunadamente casi todos los tratamientos e intervenciones fueron cubiertos.
En aquella ocasión se atendió en Médica Sur y ahí fue en dónde encontramos al Dr. Rubén Cortés. Totalmente dejado al azar, de la lista de médicos del seguro, elegido sin conocimiento dimos con el mejor médico que pudimos haber encontrado. Durante 13 años nos acompañó a toda la familia. Explicando con paciencia y mucho cuidado cada paso que había que ir dando. Un médico que honra con total congruencia el juramento hipocrático:
“Aplicaré todas las medidas necesarias para el beneficio del enfermo, buscando el equilibrio entre las trampas del sobretratamiento y del nihilismo terapéutico.
Recordaré que la medicina no sólo es ciencia, sino también arte, y que la calidez humana, la compasión y la comprensión pueden ser más valiosas que el bisturí del cirujano o el medicamento del químico.
No me avergonzaré de decir «no lo sé», ni dudaré en consultar a mis colegas de profesión cuando sean necesarias las habilidades de otro para la recuperación del paciente.
Recordaré que no trato una gráfica de fiebre o un crecimiento canceroso, sino a un ser humano enfermo cuya enfermedad puede afectar a su familia y a su estabilidad económica. Si voy a cuidar de manera adecuada a los enfermos, mi responsabilidad incluye estos problemas relacionados.
Intentaré prevenir la enfermedad siempre que pueda, pues la prevención es preferible a la curación.
Recordaré que soy un miembro de la sociedad con obligaciones especiales hacia mis congéneres, los sanos de cuerpo y mente así como los enfermos.
Si no violo este juramento, pueda yo disfrutar de la vida y del arte, ser respetado mientras viva y recordado con afecto después. Actúe yo siempre para conservar las mejores tradiciones de mi profesión, y ojalá pueda experimentar la dicha de curar a aquellos que busquen mi ayuda.”
Versión del Juramento Hipocrático de Louis Lasagna
El Dr. Cortés fue quien 13 años después, con un gamagrama de rutina, nos informó que la enfermedad se reactivaba, una pequeña lesión en la cadera de mi mamá evidenciaba que el viejo cangrejo había reaparecido. En esta ocasión ya sin seguro de gastos médicos mayores.
La atención de los últimos años ha sido en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición, Salvador Zubirán. Ahí el equipo de la Dra. Alejandra Armengol nos ha brindado la atención más cálida y cuidadosa. Para mi mamá y para mí ha sido una hermosa e inesperada experiencia. En este hospital hemos recibido el trato más cordial que hayamos tenido en cualquier otra institución de salud. No solo por parte de los y las médicas, si no por todo el personal: de los oficiales, el personal de recepción, las y los técnicos, el personal de intendencia y también en las cafeterías.
Mención aparte merecen las chicas del Seguro Popular, siempre tienen una sonrisa, palabras se aliento y muestras de afecto.
Este ambiente de tanto cuidado cálido, hace que cada larga visita parezca más corta, que cada triste noticia se haga más llevadera, que cada estudio doloroso sea un poco menos incómodo, pero que sobretodo que el buen ánimo encuentre un espacio para expresarse.
Sin duda el cáncer en cuerpo ajeno necesita de cuidados cálidos.
Gracias a todo el personal del INCMNSZ, gracias por la calidez de sus cuidados y por acompañar a quienes vivimos con este cáncer en cuerpo ajeno y propio, hacen que el camino sea un poco menos cuesta arriba.